Métodos para aplicar en los centros escolares en casos de bullying

Métodos para aplicar en los centros escolares en casos de bullying

Al hablar de bullying tenemos que tener presente que, para un considerable número de jóvenes y niños, supone una constante en su cotidianeidad que crea un desgaste no sólo a nivel emocional y/o psíquico sino que, en los casos más extremos, se convierte en el preludio del fracaso escolar o el abandono prematuro de su formación básica, todo ello debido a que el denominado agresor o “bully” (matón en inglés) se dedica, de forma continuada, regular en el tiempo y con ánimo de aminorar la integridad del otro, a llevar a cabo conductas de hostigamiento que en innumerables ocasiones van más allá de la agresión verbal (igualmente reprochable) y se convierten en daños contra su integridad física con el único propósito de ejercer poder sobre la víctima, provocando en la misma episodios depresivos, ansiosos, evitativos, baja autoestima, reacciones agresivas contra los demás, etc.

 

Ante todo lo expuesto, es necesario establecer un sistema de actuación que ayude no sólo a erradicar este mal sino a establecer los medios necesarios para evitar que, tanto en las aulas como fuera de ellas (con la nueva y peligrosísima tendencia del ciberbullying), se sigan produciendo este tipo de comportamientos.

 

Es por ello que debemos establecer una serie principios encaminados a la erradicación de este que hacer en algunos menores e implantar progresivamente en los centros escolares pautas y premisas que pretenden dar excelentes resultados frente a este mal.

 

Propuestas de actuación

 

1. Herramientas para el centro escolar y equipo docente 

Se hace palpable que la gran mayoría de centros educativos no poseen la necesaria formación sobre ésta problemática para poder actuar frente a la misma y, en otros casos, pese a tener constancia de ello, relativizan el problema. Por ello, realizar cursos formativos, charlas y encuentros con profesionales de este sector, se hace más que necesario para erradicar este mal, así como, en determinadas circunstancias, activar los protocolos de actuación en aquellos casos que fuera necesario.

 

2. Participación activa del grupo de clase 

Es relativamente frecuente que la conducta de hostigamiento acosador-acosado sea frente a otras personas. A este grupo se le conoce con el término de espectadores u observadores y es extremadamente importante trabajar con el conjunto del grupo clase para prevenir el bullying, haciendo que la reacción hacia el acoso sea negativa y no prosperen actitudes violentas e intolerantes sino en conductas de ayuda, basadas en el respeto, el compañerismo y la empatía. Diciendo no a cualquier tipo de violencia rechazando estos actos, el agresor cesará en su actuación.

 

3. Inteligencia emocional, valores y empatía

La inteligencia emocional se ha propugnado en los últimos tiempos como un valor inherente a aquellos que conocen sus emociones, las dominan y controlan, así como el poseer la habilidad de entender, comprender, apreciar y leer las de sus iguales; por ello, implantar talleres escolares que faciliten el desarrollo de la misma, así como inculcar valores como la tolerancia, el respeto por la diferencia y el desarrollo de la empatía, se convierten en un excelente ejercicio para, por un lado prevención de cualquier forma de acoso y por otro, una forma de educación en el sentido más absoluto de la palabra.

 

4. No mantener el fenómeno bullying en secreto 

Tanto los sujetos espectadores del daño que está sufriendo otro como aquel que lo está padeciendo tienen el deber de comunicarlo al tutor, al director del centro y a sus familiares. También pueden servir de apoyo sus compañeros, un delegado de clase o de grupo si lo hubiera. Lo que no se debe hacer es guardar silencio porque, en primer lugar, si eres espectador de este hecho se estaría omitiendo la ayuda a un compañero, y consecuentemente ésta conducta va a seguir “in crecendo” y, en segundo lugar, si eres el sujeto agredido, no debes tolerar este tipo de comportamientos que supone un menoscabo a tu integridad, pudiendo ser ésta física o psíquica. La clave radica pues, en la concienciación del problema y por ende, en los distintos medios para impedirlo.

 

5. Trabajar en grupo 

Implementar en las aulas, tareas de tipo cooperativas, donde todos deban contar con todos y así promocionar valores como el compañerismo y la ayuda, hacen que se genere un buen clima de solidaridad y empatía entre los menores/jóvenes.

 

6. Evitar enfrentar al acosado con el acosador como fórmula de reparación

Si bien, en otros ámbitos y circunstancias la mediación supone el mejor camino para la resolución de conflictos, en la problemática bullying, no tiene buenos resultados, precisamente porque una de las premisas esenciales de este método de resolución de conflictos es la relación de igualdad inter partes y en estos casos, hay desigualdad entre víctima y agresor, por ello se desaconseja ésta técnica.

 

7. Trabajar con la víctima, el agresor y con las familias de las partes implicadas 

La víctima debe expresar cómo se encuentra con total libertad y sin ser juzgada ni coaccionada a hablar más de lo que considere para así, tanto el equipo docente como (en caso de que lo hubiere o se contactará con ellos) un equipo de psicólogos, puedan establecer un programa de trabajo, en aras de su pronta recuperación. Al agresor es importante hacerle comprender lo incorrecto de su conducta, enseñarle habilidades sociales, y realizar con ésta figura un serio y arduo trabajo en principios como la solidaridad, el compañerismo, la empatía, y los que el equipo docente o de psicólogos, considere oportuno. Con las familias, pilar fundamental de los menores víctimas de este tipo de conductas, se les debe asesorar y enseñar mediante programas formativos, qué es el bullying, cómo detectarlo, su evitación, prevención y lucha frente al mismo y en aquellos que observen este tipo de conductas de hostigamiento de sus propios hijos contra otros, promover pautas de mejora de comportamiento, para erradicarlo. 

 

8. Terapia psicológica

Este punto resulta de vital importancia puesto que, normalmente, se producen una serie de cicatrices emocionales en todos aquellos que han sufrido este mal, por lo que es de carácter casi indispensable, acudir a estos profesionales de la salud donde, mediante trabajo terapéutico, puedan mejorar las consecuencias derivadas de éste, como pueden ser estados depresivos, ansiosos o de otra índole, y tener una vida más plena.

 

9. Creación de métodos de denuncia anónima

A menudo, muchos menores no se atreven o no quieren denunciar casos que han visto o vivido por miedo a posibles represalias o porque no quieren que se sepa que han sido ellos quienes han informado. Es necesario dejar claro a los menores que aquellos que denuncian el acoso escolar no son “chivatos”, sino que están colaborando para que una o varias personas dejen de sufrir sus efectos. Establecer en el centro alguna forma de denuncia anónima, como los “buzón de sugerencias” que se revisen regularmente, puede ayudar a que no se sientan tan expuestos y favorecer que denuncien cualquier injusticia que vean en el aula.

 

10. Protocolos de actuación en el centro, frente a esta problemática

Cada centro escolar debe tener un conocimiento sobre los planes de actuación frente al bullying, así como de los canales de actuación frente al mismo. Poseer un protocolo de actuación contra el bullying se vuelve, en esta realidad social, indispensable.

 

11. Seguimiento del caso

Seguir de cerca los casos de bullying de los que se tenga conocimiento de cara a determinar que efectivamente han sido erradicados o si se han producido nuevos casos sobre la misma parte agredida, actuar de inmediato.

 


 

Si tienes preguntas al respecto o necesitas asesoramiento para algún caso en concreto, no dudes en contactar con nosotros a través del correo electrónico info@acanae.org.

 


 

Fuentes: