Si hablamos de una de las nuevas cantantes más populares de la actualidad en el mundo de la música alternativa, esa es Melanie Martinez. Nacida en 1995 en Nueva York, con ascendencia dominicana y puertorriqueña, siempre fue una gran admiradora del arte y, en especial, de la música y ha sido comparada con grandes influencias del género como son Lana del Rey o Lorde. En 2012, participó en la tercera temporada del talent show The Voice y, aunque no resultó ganadora, fue la plataforma que impulsó su carrera musical.
Tras esto, lanza su primer disco Cry Baby en 2015, un disco conceptual en el que Melanie muestra por primera vez su autenticidad y cuenta la historia de un personaje de ficción basado en la infancia de la cantante y una representación de su lado vulnerable y estropeado. “Cry Baby” en español hace referencia a la “niña llorona y mimada” a la que toman el pelo por ser demasiado emocional y, bajo este concepto infantil cuenta historias sobre familias desestructuradas, amores fallidos, sus problemas para encajar con el mundo, abusos y sus experiencias con el bullying.
Melanie relata que fue objeto de burlas por parte de sus compañeros por su forma de ser y de vestir pero que también se metían de ella por la forma de sus dientes separados, lo cual llegó a acomplejarla. En una entrevista para la revista Vogue habló del porqué de crear un alter ego tan particular:
“Mi manera de superar mis inseguridades fue
llevar esa vulnerabilidad totalmente fuera de control”
Pero la cosa no quedó ahí. Los adolescentes empatizaron tanto con ella que se convirtió en todo un referente americano en la lucha contra el acoso escolar, aprovechando su voz para tratar de llegar a los políticos y crear consciencia de este grave problema. En 2019,
publica su segundo disco K-12, siguiendo con el concepto de esa niña llorona que va creciendo hasta llegar al instituto y que sigue teniendo que lidiar con injusticias, con el acoso
escolar, con trastornos de alimentación, el amor adolescente, las diferencias a causa del género y la transición hacia la vida adulta. Este disco vino acompañado de una película, que se publicó
en YouTube con el mismo título, que lanza un claro mensaje contra el bullying.
Ella misma grabó una canción para sus acosadores llamada “Dear Porcupines” contando su historia y, aunque finalmente no la incluyó en ninguno de sus discos hasta la fecha, el avance de su carrera demuestra que su experiencia con el bullying la ha ayudado a crecer como persona y como artista, convirtiéndola en quien es ahora y dándole el éxito profesional que jamás pensó que conseguiría, además de conseguir dar voz a quienes no la tienen para el acoso escolar se convierta poco a poco en algo del pasado.