Carta a víctimas de bullying durante la cuarentena

A continuación, les traemos una carta que ha escrito Jennifer Molina, una de las voluntarias de nuestra asociación, que ha querido tomarse un momento para dirigirse a todas esas personas que, además de la incertidumbre de la situación en la que nos encontramos ahora debido al Covid-19, ya tenían otra preocupación añadida antes de que ocurriera todo esto. Jennifer, estudiante de Ed. Infantil, ha querido compartir estas palabras a través de nuestra web:

 

 


Pág. 1/3

“Querid@ desconocid@

 

No sé muy bien cómo empezar esta carta, pero de alguna forma quiero llegar hasta ti.

 

Es tiempo de emergencia, de una crisis sanitaria sin igual que nos ha llevado a aislarnos, a quedarnos en casa, a dejar de ir a trabajar, de asistir a los centros educativos, de ver a nuestros abuelos, de reunirnos para comer, de abrazarnos, de besarnos y de tantas otras cosas que han cambiado nuestras vidas en muy poco tiempo.

 

En medio de este caos que va dejando por donde pasa ese virus llamado Covid-19,  he pensado que paradójicamente, quizás, haya personas a las que les ha podido traer algo de paz. Sé que a primeras esto puede sonar loco e insensible, pero tiene una explicación que creo que todos podremos entender al seguir leyendo.

 

Sí, me refiero a esas personas a las que antes del pasado 14 de marzo les costaba emprender camino a clase un nuevo día. Si eres una de ellas, me dirijo a ti.

 

A ti, que muy probablemente sientas que cada día tus pensamientos viajan a la velocidad del rayo pensando cómo te las

 

 

arreglarás un nuevo día para poder escabullirte de esas manos opresoras que hacen que tu ansiedad se dispare, pensando cómo resistirás un aluvión de palabras despectivas e hirientes que destrozan tu autoestima... 

 

A ti,  que quizás vivas contando cuántos días de colegio quedan para las próximas vacaciones.

 

 A ti, que debes sentir que estás a merced de ese tiempo, de esa clase de personas que muy ignorantemente se han autoproclamado más fuertes y poderosas que tú como para creerse con el derecho de intimidar, amenazar, humillar, inventar...

 

A ti, que caminas por los pasillos y patios de ese centro al que has llegado a aborrecer, notando como tus inhalaciones de aire son cada vez más profundas y tus exhalaciones se tornan en rápidas y temblorosas.

 

A ti, que te sientes perdid@, que tienes que ingeniártelas para escapar de gigantes que te persiguen, que tienes que esquivar miradas que juzgan, que tienes que ignorar el murmullo de voces que hacen

 



Pág. 2/3

burlas, que tienes que luchar por acallar rumores, que tienes que convivir con una especie de ciber-competición a ver que “gracioso de turno” dice el comentario más ofensivo...

 

A ti, que no sabes qué hacer para que toda esa ansiedad no afecte más a tus notas.

 

A ti, que miras a tus antiguos amigos y no los reconoces, no entiendes porqué sin motivo aparente agachan la cabeza a tu paso.

 

A ti, que a veces sientes la necesidad de hablar desesperadamente, pero no sabes cómo hacerlo para que no te tachen de chivat@ o porque quieres evitar desvelar la situación que estás sufriendo a más personas.

 

A ti, que tratas de repetirte cada día “aguanta un poco más”, “puede que dentro de poco las cosas mejoren”, “para qué hablar, eso solo lo empeoraría”  y “bla, bla, bla”, pero por más alto y firme que lo digas encontrar una salida sol@ se escapa de tus manos.

 

Al comienzo de esta carta te decía que me dirijo a ti por muchas razones que he ido describiendo. Especialmente porque creo que esas emociones de tristeza, de miedo, esos sentimientos de angustia, de ahogo, de desesperación, que habitualmente debes sentir, seguramente en este tiempo de aislamiento que estamos viviendo tod@s puede que hayan disminuido. Al fin y al cabo, estamos en casa y en cierta medida, si no atendemos a las redes sociales y al persistente ciberacoso, estar en casa nos da seguridad. Pero es entonces, cuando he pensado que a esos sentimientos que mencionaba, puede que se les haya sumado la culpabilidad. He sentido la necesidad de que sepas que no tienes que sentirte culpable por encontrar algo de tranquilidad en esta situación tan difícil. No tienes que sentirte mal por encontrar un respiro en un país que teme a un virus que precisamente se caracteriza por arrebatar la respiración. Esos sentimientos contradictorios que confluyen en ti son

producto del miedo a tu día a día tal y como lo conoces, a ese aislamiento al que te someten entre las paredes de tu colegio o instituto. Quiero que sepas que no te conviertes en mejor o peor persona por desear que esa distancia de seguridad que ahora tod@s debemos guardar no se acabe, porque de haber existido antes, esa misma distancia en ocasiones te habría salvado de golpes o quien sabe de qué otras acciones que seguro quieres olvidar.

 

Ahora debemos encerrarnos, escondernos y perdernos muchas cosas, pero es lo que toca para recuperarlas más adelante, aunque muchos sigan quejándose de aburrimiento. La cuestión es si podemos imaginar a personas que pasan sus días viviendo de esa forma, o incluso sobreviviendo al malestar psicológico que puede suponer sufrir algún tipo de acoso escolar, en edades en que se es tan vulnerable. Es decir, intentando esconderse constantemente. Aún cuando resulta tremendamente complicado hallar ese escondite que te proporcione algo de alivio y tranquilidad, porque sientes que ese lastre se cuela también en las paredes de tu hogar a través de las pantallas de tu móvil, ordenador o tablet. Y ahí estás, soportando un peso que parece no querer darte tregua allí donde estés. De hecho, en el peor de los casos, hasta puede que haya momentos en los que “pensar en desaparecer” parezca la opción. ¿Acaso alguien debe vivir así? ¿Os parece sano y justo? Sobra decir que no, pero desgraciadamente ocurre. ¿El por qué? Sencillamente porque ha tenido la mala suerte de toparse con alguien a quien no han enseñado el significado de las palabras respeto y empatía.

 

Te escribo a ti porque ahora tod@s estamos en aislamiento y deseamos que acabe cuanto antes, pero deseamos que acabe también ese aislamiento que viven muchos niñ@s o chic@s como tú permanentemente en sus centros escolares, deseamos que se visibilice el bullying y ciberbullying.



Pág. 3/3

En definitiva, te escribo a ti para darte fuerza, para decirte que tod@s somos diferentes, en tod@s nostr@s hay rarezas y te recuerdo que eres y debes sentirte especial. No permitas que te hagan creer que nadie ve todo lo bueno que hay en ti porque  much@s ya lo han visto y son quienes permanecerán a tu lado. Deja atrás tus miedos y no tengas dudas de apoyarte en tu familia, hablar con un amig@ o simplemente contárselo a un adulto de tu confianza.

Desde ACANAE queremos estar a tu lado, queremos ayudarte a encontrar el modo de seguir adelante para que sueltes las

ataduras del acoso. No lo olvides no estas sol@. ¡NO TE CALLES, PIDE AYUDA!

 

Y haciendo referencia a la banda sonora del momento me despido. ¡JUNTOS RESISTIREMOS!

Un fuerte abrazo para ti querid@ desconocid@.

 

Jennifer Molina

Estudiante de Ed. Infantil y voluntaria de ACANAE.”



Desde ACANAE, queremos recordarles que hay múltiples formas de pedir ayuda. Si estás sufriendo acoso escolar y/o ciberacoso:

 

Lo primero que debes saber es que nada de esto es culpa tuya por mucho que te hagan creer lo contrario. No te lo mereces y lo mejor es que pidas ayuda lo antes posible. ¡No tengas miedo! Todos estamos aquí para protegerte

Contarlo a un adulto de confianza siempre será buena idea. Acude a tus padres, tutores, familiares cercanos, profesores, etc… Ellos tienen herramientas para combatirlo o sabrán dónde buscarlas.

 

Desahógate con personas que te hagan sentir bien. Tu familia y amigos te apoyarán durante estos momentos difíciles.

¡Cuenta con nosotros! ACANAE existe para ayudar a personas como tú. No temas escribirnos un mensaje a info@acanae.org si quieres desahogarte o si tienes dudas. Tu mensaje será privado y trataremos de atenderlo lo antes posible.

 

Si eres padre/madre/tutor legal de un/a niño/a que sufre bullying y/o ciberbullying, también estamos aquí para ti. Accede a nuestras guías de actuación y contacta con nosotros si necesitas asesoramiento personalizado. 

 

Pedir ayuda es un acto de valentía.